Pedro Martín Navas

La noche va llegando a su fin; cada uno de nosotros entra en un estado somnoliento, es hora de descansar, dos horas pasan de las 12….el día llega a su fin, las buenas noches no da ni tiempo a decir.
Despertamos pronto, la casa huele a leña y café recien hecho, sólo falta Pedro.
No da despertado, ha entrado en un extraño letargo: Peeedroooo, Peeeedrooo… no responde, el sueño es profundo, tan profundo, que nunca más despertará.
Su color de cera le delata, está mecido por la parca, ha venido a buscarle al alba y, así, mostrarle la vida desde otra cara.
No entiendo a las personas, no logro comprender sus palabras, ni sus miradas, ni tan siquiera sus gestos… me siento tan alejada.
Mi tristeza no aflora, tampoco estoy feliz, aunque ha quedado claro: a las viñas vino a morir.
El cortijo en las viñas era su final de camino, ya no hay más cedas al paso ni parones en seco…. ahora es energía libre al vuelo, para transformarse nuevamente, quien sabe si… en otro cuerpo.

A mi amigo Pedro con todo mi cariño.

¡Gracias por cruzarte en mi vida!. Lourdes.

Siempre has sido más que un suegro, un amigo y sobre todo un padre. Tú me enseñaste mucho de esta vida y gracias a ti intentaré realizar bien todo el camino.
Siempre estarás con nosotros y jamás te olvidaré.

Se te recordará con cariño, un amigo. Fer.