Eleuteria Gómez Pérez

En este momento difícil de la vida, mis oraciones y pensamientos están con la familia. Mis más sinceras y profundas condolencias para tod@s. Un abrazo enorme.

Es muy duro perder un familiar tan querido y más en las circunstancias que estamos viviendo.
Os doy mi más sinceras condolencias a toda la familia, y Dios os traiga el consuelo que tanto necesitáis.
Muchas fuerzas y ánimo.

Nuestro más sentido pésame familia.
Abrazos desde Bilbao.

Mi más sentido pésame para sus hijos y familia, una mujer muy conocida por su afable amabilidad, y sonriente. Vecina de toada la vida.

Desde Montejicar os mandamos a todos un fuerte abrazo y nuestro sentido pésame. Pedimos a Dios por ella y por todos vosotros.
Pepe y Charo.

Gracias a todos

Siempre la recordaremos por su buen carácter y extraordinario sentido del humor. Un fuerte abrazo en estas raras circunstancias.
María José Pastor Morales.

Mi más sentido pésame.
Un fuerte abrazo a toda la familia.
Manoly Arrebola

Aunque hemos expresado a cada uno de sus hijos nuestro más sentido pesar por la muerte de su madre, sintiendo además las tristes circunstancias que se dan para no haber podido despedirla como bien se merecía y todos queríamos, deseamos dejar también aquí nuestro testimonio de inmenso cariño hacia ella, hacia Ele, en este lugar que viene a ser, ya desde hace tiempo, el acogedor territorio hecho del mejor sentimiento donde nos reencontramos con tantos y tantos seres queridos que han partido hacia la Eternidad.

Al hablar de Ele y reiterarle nuestro inmenso cariño, no lo hacemos por el afecto que les tenemos a sus cinco hijos, que también es elevado. Lo hacemos única y exclusivamente por ella. Y si en ocasiones me equivoco, en esta puedo aseguraros que nos quedamos bastante cortos.

Tendría cinco años cuando la vivienda de la Estafeta de Correos, de la que era administrador mi padre, se convirtió en nuestra vivienda. Por lo tanto, ello se convirtió en tener unos excelentes vecinos, tanto hombres como mujeres, así como nosotros cuatro, mis tres hermanos y yo, buenos amigos que vivían entre lo que denominábamos «El rinconsillo» -por donde se entraba a la vivienda propiamente dicha- y la confluencia con la misma Placeta de la parte alta de la calle Fuerte.

Por lo tanto, Ele era una de nuestras vecinas y, además, a pesar de que mi madre le llevaba 17 años, fueron muy buenas amigas. Pero, ¿De quién no era amiga o, al menos, entrañable conocida ELe?.

La amistad fue tal que ella, Ele, se portó siempre con mi madre, y con todos nosotros, de maravilla, dándonos ese noble afecto que en ella era lo más natural. Buena persona, excelente esposa de un hombre igualmente excepcional y generoso como fue Antonio Molina Guirado, ejemplar madre con cinco hijos que llevan la singularidad de sus padres en sus almas y corazones, personas integras y cordiales, las que a su vez han seguido el recto camino que les enseñaron sus padres respetando a los demás y sabiendo lo que es la auténtica dignidad de las personas, Carmen, Pepe, Antonio, Gerardo y Teresa, todos queridos y apreciados desde su misma infancia.

Personalmente, gracias a mi amistad con mi gran amigo Gerardo Gómez -también la tengo con el Gerardo Molina- resultó que me convertí también en un amigo de charlas las tardes de los domingos casa Gerardo. Los domingos en los que su marido, Antonio Molina, se desplazaba a ver su Granada de su corazón, con sus triunfos y derrotas, también habría algún empate, pero el nunca faltaba a apoyar a su Club cuando jugaba en «Los Cármenes», también en «La Rosaleda» y en otras ciudades no muy lejanas como podía ser Sevilla o cualquier otra capital de Andalucía que llegase a tener a su equipo en igual categoría que el Granada.

Como sabéis Ele tenia, además de una buena disposición a la charla, una gracia especial que hacía atractiva sus palabras y cuantas cuestiones o temas se trataban. Allí estábamos, además de Gerardo y su siempre querida Charo, su hermana Manola Gómez -igualmente inolvidable para mi por el cariñó que siempre mutuamente nos tuvimos-, Paco Pérez, Morales, entrañable amigo, quien partió en una hora de los primeros días de un mes de abril en que se juntaban las festividades de Nuestra Patrona y la del Patrón de Alhama, y Miguel Ramos Espejo, al que siempre llamamos Michel los viejos amigos, recordando también estos años.

¡Cuánto aprendimos los más jóvenes de Ele y de la misma Manola sobre hechos y vivencias alhameñas! Aprendidas de sus queridos padres José Gómez y Teresa Pérez, familiares de éstos y por experiencias propias.

Son tantas y tan diversas las generosas y ejemplares actuaciones propias de Ele a lo largo de su fructífera vida que es imposible resumirlas para que todos, los que por edad u otras circunstancias, no llegaron a conocerla o ni siquiera a tratarla, que merecería la pena contarlas por cuantos las conocimos o fuimos testigos de muchas de ellas, comenzando por sus propios hijos, a los que, como decía, tantos y tan excelentes ejemplos de grandeza humana y espiritual dieron tanto Ele como Antonio.

Así, sintiendo profundamente su partida y que, reitero, haya sido en estas circunstancias sin poder decirle en su última presencia física tantas afectuosas cosas, muchas partiendo de una gratitud que jamás hemos olvidado y otras de un afecto por el trato y la familiaridad que hemos compartido desde nuestra misma infancia, sobre todo en aquellos años de tertulias las tardes del domingo.

He querido escribir estas líneas en el Domingo de Resurrección, precisamente, porque siendo mujer de fe estará allí donde esté el Paraíso, con todas las personas que tanto ha querido en este mundo y cuya partida, anterior a la suya, tanto le dolió comenzando por su cabal y noble Antonio y su buen, querido y siempre presente nieto Adolfo, a los que todos cuantos los conocimos recordamos con el mayor cariño y sentimiento.

Ele hasta siempre, que bien puedes decir que has pasado por esta vida como persona excepcional haciendo el bien cuando te fue posible y en tantas ocasiones como cuando no te era nada fácil, cuando te quitabas lo que tú necesitabas para los tuyos para atender al prójimo necesitado.

Mari Carmen y Andrés.

Nuestro más sentido pésame a toda la familia.
Ele era muy querida por nuestra madre ya que eran muy amigas desde siempre y se tenían un aprecio mutuo un tanto especial.
Un besazo enorme a todos de
María, Isidoro y familia