Rosario Pérez Martel

Se nos fue una alhameña muy querida, popular por su simpatía y una gran persona.
Un abrazo para su familiares.

Querido Gerardo:

¡No! Aquellas gratas y dulces veladas que compartimos casi todas las semanas, como diría el poeta, no volverán.

¡No! Aquellos momentos dichosos que, con Ella y tan queridas personas como tus hermanas Manola y Ele, y amigos como Paco Pérez Morales y nuestro Michel (Miguel Ramos Espejo), y algún otro, tampoco volverán.

¡No! Aquellas tertulias donde hablábamos de todo lo habido y por haber, o nos dedicábamos a jugar a las siete y media más que por los frutos que podían dar las cartas, por acompañar a nuestra charla mientras ahondábamos en algún tema, tampoco volverán.

Como no volverán la noches de los sábado en que, tras estar de bares Paco, Miguel y yo, decidíamos irnos a vuestra casa ya que bien sabíamos que el apetito que no nos había quitado las tapas nos los iba a suplir Charo, con una amabilidad y cordialidad inigualable y tan sólo comparable con su generosidad y buen gusto. ¡Y qué agradable se sentía ella!

Su calidad humana deseando siempre el bien para todos y jamás faltando a lo esencial de las personas, su dignidad, fue su forma de ser y actuar.

Y todas estas cosas no volverán porque se fueron hace años con la enfermedad que tan duramente te la distrajo siendo el incomparable amor de toda tu vida como tú fuiste el de Ella.

¡No!, ¡No! Volverá todo esto al igual que nos ha sucedido con muchas, muchísimas, personas que se nos han ido a lo largo de nuestras vidas. Estas vidas terrenas, este caminar sin saber a ciencia cierta dónde llegaremos y, menos aún cuando, estas finitas existencias por la vida humana, que no nos damos profundamente cuenta de lo duras que pueden ser y serán hasta que miramos un poco hacia atrás y sentimos en el alma a tantos seres queridos o cuando, un día, como el de hoy, se va una persona como Ella, Charo, y con una claridad inmensa la sientes en toda su amplia dimensión de persona excepcional e incomparable.

Era la grandeza de la sencillez y la firmeza de la más noble y limpia amabilidad. He tenido la fortuna de ser amigo vuestro -diría que bastante más aún- desde mi juventud y hemos compartido momentos entrañables de nuestras vidas a lo largo de más de cinco décadas. Dándole ambos a Mari Carmen el mismo afecto que ya nos unía a nosotros desde el mismo día que la conocisteis.

Ahora, por imperativo de esta maldita pandemia, serán cientos de personas las que no podamos estar contigo y con vuestras Teresa, José Carlos y Rosario en su despedida material, pero puedo asegurar -y algo sé de nuestra Alhama y de vuestras familias y amigos de ahí y de tantos lugares- que mañana estaría la iglesia del Carmen y sus aledaños repletos de familiares, amigos y conocidos que desde sus más sinceros sentimientos le diríamos: ¡Querida Charo hasta luego y que tu Nueva Vida sea la felicidad que te has ganado con su buen caminar terrero! Que Dios nos dé la ducha de estar como tú ya estás en la Eternidad.

Así, ¡No! estaremos ahora, junto con lágrima sentida, acompañándola y abrazándonos, pero ELLA tampoco, jamás ¡No! dejará de estar en lo mejor de nuestro corazón y, por tanto, de nuestros recuerdo como una de nuestras insustituibles amigas de nuestras vidas.

Como siempre, desde lo mejor de nuestros corazones, abrazos y besos para ti, querido Gerardo como para vuestros hijos, Teresa, José Carlos y Rosario, a la par que el más sentido pésame para vuestras familias en toda su extensión, pues a ellas nos sentimos vinculadas, yo prácticamente desde que nací y Mari Carmen, desde la primera vez que fue a Alhama, con diecisiete años.

Mari Carmen y Andrés

P.D.- Perdona lo precipitado del escrito, pero ya sabes que cuando escribes lo que sinceramente sientes, es difícil limitarte y entretenerte en ajustar palabras.

Otro abrazo, querido Gerardo.

Lo siento mucho, un abrazo para toda la familia.

Descanse en paz, Dios la tendrá en la Gloria.
Lo siento.

Gerardo, Teresa, Carlos, Rosario…. lo siento.
Descanse en paz.